Un semestre para encontrar el piso industrial

Fuente: Cronista – En el primer semestre, la industria no encontró piso y ya acumula 14 meses de caída. En junio, la actividad industrial fue 1,6% menor a la de mayo -ajustada por estacionalidad- y 20% menor que la de un año atrás, aunque el hecho de haber tenido más feriados puede haber influido parcialmente. La caída del salario real (y, por consecuencia, del consumo), el aumento del dólar importador y la normalización de la cadena de pagos a los proveedores del exterior, luego de meses en los que el Banco Central obligó a los importadores a quedar debiéndoles a sus proveedores, marcaron el ritmo de uno de los peores semestres en mucho tiempo.

Esta magnitud de caída, encima, se suma a dos factores que explican y reflejan la actualidad de la economía argentina: en cantidades físicas, los insumos importados destinados al circuito productivo cayeron 23% interanual y no fueron compensados por compras externas de bienes finales, que también mermaron 22% interanual en el semestre. Por otro lado, si bien hubo un repunte en mayo-julio, el primer semestre cerró con una merma de 2% interanual en las cantidades de exportaciones industriales (el único gran rubro que cayó). No se trató entonces de una sustitución de producción local por bienes extranjeros, sino de una caída del consumo y la inversión del mercado interno. Dicho de otra manera, no fue vivir con lo nuestro ni vivir con lo importado, fue consumir y producir menos.

Exportaciones

Mirando más en detalle, de los 16 grandes sectores de la industria, solo la refinación de petróleo tuvo en junio -ajustado por estacionalidad- un mayor nivel de producción que en noviembre de 2023. Del resto, las caídas acumuladas van del 2,2% en el caso de alimentos y bebidas (en donde se incluye la molienda de oleaginosas) a más del 30%, como en el caso de muebles (-30,4%), textiles (-32,6%), minería no metalífera (para la construcción, -32,8%) y los productos de tabaco (-37,5%). Es decir, salvo el sector energético, una de las estrellas del actual momento, y la producción de alimentos (que tiene un piso lógico por la necesidad de subsistencia), el resto de la industria redujo su producción hasta en un tercio, aproximadamente.

La secuencia de 2024 muestra las dificultades del sector para acomodarse al contexto económico. Para la economía en su conjunto, febrero, abril y mayo demostraron un intento por establecer, primero con un leve rebote y luego con frágil estabilidad. Marzo y junio barrieron esa tímida reacción. No hay antecedentes en los últimos años -ni siquiera en pandemia- con tantos meses casi sucesivos (tres en siete) en los que la caída fuera uniforme. Para la industria en particular, la situación fue peor: desde octubre de 2023, la economía cayó en todos los meses, salvo en febrero, cuando creció 0,2%.

En términos de empleo, luego de la construcción, la industria es el segundo sector que más cayó en lo que va de 2024, y entre ambos marcan el ritmo de la caída en el empleo. De los 123.000 puestos de trabajo asalariados privados (registrados) perdidos entre noviembre y mayo, 87.000 son de industria o construcción. En los primeros meses de 2024, la construcción explicaba el 50% o más de la pérdida de puestos de trabajo y la industria el 20%, pero eso se revirtió en mayo y la industria explicó el 51% y la construcción el 12%.

Durante el primer trimestre de 2024, la cantidad de desocupados creció a 1,7 millón de personas, 440.000 por encima del último trimestre del 2023. De estos nuevos desempleados, el 30% se explica por trabajadores cuyo último sector empleador fue la industria o la construcción.

Pensando en lo que viene, el empleo tardará más que la actividad en revertir la tendencia. De hecho, los datos laborales preliminares de junio indican que la caída continuaría en ambos sectores, y en la gestión acumularían mermas por de 2,3% y 15% para la industria y construcción, respectivamente.

Por otro lado, así como a principio de año el impacto en la demanda por la reducción del salario real explicaba predominantemente la caída en la industria, parecería que la mejora del 6% del poder adquisitivo acumulada entre marzo y junio no se trasladó aún a la producción industrial, dado que podría estar compensando el desahorro de los hogares. Es decir, el salario real cayó considerablemente y eso obligó a muchos a ‘desahorrar’, además de reducir consumo. Una vez que el salario comienza a mejorar, ese crecimiento se distribuye entre recuperar consumo y recuperar ahorro, no necesariamente todo a consumo.

Por suerte, tímidamente, tanto los indicadores adelantados de producción de julio como los de comercio internacional podrían alentar una incipiente reacción, pero todavía es prematuro para establecer alcance y sostenibilidad. Aun en caso de extenderse el rebote en la segunda mitad del año, 2024 cerrará como un mal año para el sector. La mejora del salario real, la promoción de inversiones vía RIGI y la normalización cambiaria, cuando sucedan, serán los pilares de la recuperación de la industria, además de las mejoras microeconómicas provenientes de la agenda desreguladora.

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