El nuevo dilema Pyme: adaptarse o desaparecer

 Fuente: Cronista – En Argentina, después de años de vértigo, algo empieza a cambiar. La inflación cede, las tasas reales vuelven a ser positivas y la previsibilidad, por ahora, se instala. Aunque el tipo de cambio no es muy competitivo para exportar, sí permite importar bienes de capital a un costo más razonable. Para muchas Pymes, es una bocanada de oxígeno.

¿Es este el momento que tanto esperábamos? Tal vez sí. Pero también, justo ahora, se nos viene encima un cambio más profundo. Más silencioso. Más decisivo. Mientras respiramos una tregua macroeconómica, el mundo se mueve hacia otra lógica productiva. Una que no sigue las reglas industriales que conocíamos. No se trata solo de producir más o más barato. Se trata de dominar plataformas, algoritmos y flujos de datos. Entramos de lleno en lo que Nick Srnicek en su libro de 2016 llamó «Capitalismo de Plataforma«.

Este es un modelo donde ya no gana quien tiene más fábricas o empleados, sino quien controla las condiciones del intercambio de información. Amazon, Google y Mercado Libre no producen como las corporaciones de antes en base a la segunda revolución industrial, sino que organizan, intermedian y extraen valor desde la arquitectura digital. Operan con algoritmos que nunca descansan. Deciden con Inteligencia Artificial. Y escalan a velocidades sin precedentes.

El insumo ya no es solo el capital, ni el trabajo. Es la data. El nuevo oro. Y mientras las grandes potencias afinan sus estrategias, nuestras Pymes enfrentan una disyuntiva brutal. Por un lado, una ventana de oportunidad local con tasas que bajan, inflación en descenso, acceso más fácil a tecnología, mayor integración al mundo y una demanda interna que busca estabilizarse. Por el otro, un mercado global donde la competencia no tiene rostro, ni localidad, ni empleados, sino solo código, APIs, modelos de lenguaje inteligentes y millones de datos fluyendo en una competencia encarnizada y sin cuartel por capturar valor. ¡En el nuevo capitalismo de plataforma no se toman rehenes!

Inteligencia Artificial

La Pyme argentina, históricamente acostumbrada a sobrevivir a las tormentas económicas, hoy debe hacer algo mucho más complejo que es adaptarse a un mundo nuevo, sin manual ni tiempo extra para aprender. Este no es un escenario de «mejoras incrementales«. Es un cambio de paradigma. Porque la digitalización ya no es un diferencial. Es el terreno de juego. Y quien no se mueve, desaparece.

¿Es una amenaza? ¡Por supuesto! Pero también es una catapulta estratégica. La estabilización macro no es una pausa. Es una plataforma de lanzamiento. Y para eso, el empresario Pyme debe asumir un nuevo rol: el de Estratega Adaptativo.

El empresario debe preguntarse cosas que antes no estaban en su radar como: ¿Integro mi negocio a plataformas o construyo mi canal propio?, ¿Automatizo procesos internos o tercerizo?, ¿Escalo en volumen o me especializo en un nicho de alto valor?, ¿Invierto en fierros o en talento digital? y ¿Dónde aporto valor y qué debo tercerizar en mi proceso productivo? ¿Cómo capturo valor con la IA en mi negocio?…

Al final, no se trata de adoptar tecnología por moda. Se trata de construir ventajas sostenibles. Entender el core del negocio. Saber qué se puede delegar, qué se debe tercerizar, qué se puede escalar, qué se debe cerrar y qué se debe proteger.

También hay que desaprender mucho. Procesos que funcionaron en los últimos quince o veinte años hoy son anclas anticompetitivas. Mentalidades defensivas, estructuras rígidas, sistemas que no conversan entre sí, son ejemplo de todo lo que frena y no aporta valor. No sólo frena el crecimiento. Frena la supervivencia. La Inteligencia Artificial no reemplaza al empresario. Pero lo obliga a decidir mejor. Más rápido. Con más contexto.

El empresario pyme argentino no necesita todos los recursos. Necesita claridad estratégica. Porque el mercado está cambiando más rápido que la velocidad de adaptación promedio. Y las empresas que ya nacieron digitales operan con costos marginales cercanos a cero. Tienen feedback en tiempo real. Escalan sin fricción. No necesitan competir, sino que simplemente absorben y se adaptan.

Este es el momento para invertir. En tecnología, sí. Pero también en talento, procesos y canales. Y, sobre todo, en una visión de negocio clara. Porque el riesgo ya no es solo «quedarse afuera del mundo«. Es volverse irrelevante y desaparecer.

Este cruce entre estabilización interna y disrupción externa no es un dilema teórico. Es una decisión de supervivencia. Y esa decisión no puede postergarse.

La estabilidad macro no es un refugio. Es un trampolín. Y quien no salte, caerá en el olvido.

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